Cesc Fabregas ha dejado entrever a través de una entrada en las redes sociales que no está del todo cómodo en Londres:
"[...] El recibimiento -cita- fue muy bueno. Los compañeros me acogieron con gran alegría y con ilusión. El idioma no era un problema, pues tras mis años en el Arsenal y, principalmente, un curso de 40 horas del profesor Vaughan en el que me regalaban la guitarra, podía entender a la perfección todo lo que me decían.La afición me tiene en alta estima también. Voy por la calle y constantemente escucho cosas como "¡vente p'acá, apretao!", "¡vaya planta, torero!", "¡maestro, la pones donde quieres!" o hasta un "¡a ti sin goma, guapo!" que consiguió sonrojarme. Pero vamos, que esto ya me lo decían por las noches en los alrededores del Camp Nou.
El tema es que... yo soy una persona a la que le gustan los retos. Y aquí todo es perfecto... Demasiado perfecto. Me explico.
Todos sabéis que soy un gran pasador y tengo gran visión de juego. Pues va el colega Mou y me pone de volante, donde mejor me encuentro
.
Sabéis que jugadores como yo necesitamos gente que vaya al espacio. Pues bien, el tal Diego Costa no hace más que correr todo el partido tirando desmarques. Yo, en cuanto le veo por el rabillo del ojo, ya se la estoy pasando, deseando que se canse y no corra más, pero nada, el tío es un pulmón.
Y, por último, soy una persona que necesita sentirse importante en el equipo para dar el máximo rendimiento, y Mou, otro vez el bendito Mou, me da los galones del juego, me dice que soy el metrónomo, que el equipo juegue a mi gusto, que es mi fan, que soy top, ¡que soy top!
Yo así no puedo seguir. Me gustan los retos, superarme a mí mismo. Necesito afrontar dificultades. Necesito pasarlo mal. Si no, siento que estoy desaprovechando mi talento. Que sea yo el que tenga que correr a un desmarque porque en mi equipo todos la quieren al pie. Que tenga que jugar 30 metros más arriba a pelearme con mostrencos que me sacan dos cabezas. Ser yo el primer sustituido o empezar el partido en el banquillo. Que el público me pite en cuanto me vea. Que vaya a por el pan y me escupan. Ahí es donde se siente la cercanía de la gente. Perdonad que me enternezca hablando así de mi Ciudad Condal.
Mi familia me dice que me ve como nunca, tanto en lo personal como en lo profesional. Pero yo no estoy cómodo. No sé, a lo mejor es cosa mía, pero esta relación no termino de verla. No es por ti, Chelsea, es por mí... A lo mejor deberíamos darnos un tiempo".
La alarma ha saltado, obviamente, en Stamford Bridge tras conocer el sentir del jugador. Pero también en Can Barça, por temor a su deseo de volver al equipo.
Negociaciones urgentes entre ambos clubes parecen haber desembocado en un código de anticonducta a seguir por afición, compañeros y staff técnico del jugador para recrear un ambiente más hostil hacia el jugador y conseguir que esté "jodido pero contento".
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